Serena vive en Houston, Texas. Su propósito es ayudar a otros a encontrar la información que necesitan para vivir una vida saludable.
Cuando tenía 20 años, llegué a un punto de agotamiento. Pensé que era por tratar de equilibrar mi condición de estudiante y de empleada a tiempo completo, pero una noche estaba en casa, no podía mantenerme despierta y tenía dolores en todo el cuerpo. Mi tía me llevó a urgencias y allí me diagnosticaron diabetes tipo 1.
En ese momento, recuerdo que pensaba que la diabetes era algo que padecía la gente mayor, no una joven de 20 años. Si bien fue difícil afrontar por mi cuenta el diagnóstico de diabetes, cinco años después, mi ginecólogo me dijo que me habían diagnosticado mal. En realidad, tenía diabetes tipo 2, lo que significaba que había estado tratando mi diabetes de forma incorrecta durante varios años.
En 2017, comencé a notar problemas con mi visión, pero pensé que podían esperar. Uno escucha hablar de problemas de visión de médicos que le recuerdan: “Cuidado con los ojos” o “Vaya a hacerse un examen de la vista”, pero uno no cree que puede quedarse ciego por diabetes hasta que le sucede. En febrero de 2018, perdí la visión en el ojo derecho a pesar de haberme sometido a una cirugía de reimplantación de retina. Luego, en mayo de 2019, también perdí la visión en el ojo izquierdo. Una vez que perdí la visión en el ojo izquierdo, sufrí ceguera total durante nueve meses y me sometí a otra cirugía en un esfuerzo por reparar mi visión. Finalmente, en febrero de 2020, recuperé algo de visión en el ojo izquierdo.
Cuando me diagnosticaron diabetes por primera vez, sentí que había mucha desinformación y falta de información general para educar a las personas sobre la diabetes y el control de la salud ocular. Algunas personas dicen: "Lo que no sabes no te hará daño", pero eso no es cierto. Lo que no sabes puede hacerte daño y, en mi caso, me hizo daño.
Con el paso de los años, aprendí la importancia de priorizar mi diabetes y mi salud ocular y pedir ayuda en el camino. Comencé a comer más sano y a hacer ejercicio 30 minutos al día, seis días a la semana para poder alcanzar mis objetivos, y lo logré. Ahora, comparto mi historia con mis compañeros y grupos de apoyo para enseñar a otros cómo seguir por el buen camino. Ayudarlos me ayuda a mí también a mantenerme responsable de mi propio control de la diabetes: ¡nos ayudamos entre nosotros!
Si tuviera que decirles algo a quienes actualmente viven con diabetes, sería lo siguiente: el control de la diabetes no siempre será “bueno”. Algunos días desearás que la diabetes sea una chaqueta que puedas quitarte y guardar en el armario por un rato, algunos días la controlarás bien y otros días no. Pero a pesar de esto, sigue adelante y haz lo mejor que puedas para controlar tu diabetes.